El hipoadrenocorticismo también es conocido como enfermedad de Addison, los signos clínicos pueden aparecer como signos vagos de la enfermedad que aparecen y desaparecen. Sin embargo, si los niveles hormonales de un perro bajan demasiado, la enfermedad de Addison puede convertirse en una afección aguda y potencialmente mortal.

Las glándulas suprarrenales son órganos pequeños que se encuentran junto a los riñones y producen hormonas esenciales, como glucocorticoides (cortisol) y mineralocorticoides (aldosterona). Estas hormonas regulan las funciones vitales, como los electrolitos, la presión arterial, la hidratación, el metabolismo y las respuestas al estrés.  

La enfermedad de Addison se debe a una falta de hormonas como el cortisol y la aldosterona. Esta deficiencia contribuye a los síntomas generales de la enfermedad y la afección puede llegar a ser mortal si los niveles de las hormonas bajan demasiado. La causa más común de la enfermedad de Addison es hereditaria y hace que el sistema inmunológico del perro destruya sus glándulas suprarrenales. 

Las causas menos comunes de la enfermedad pueden ser infecciones, cáncer de las glándulas suprarrenales, medicación excesiva durante el tratamiento de la enfermedad de Cushing (hiperadrenocorticismo) o interrupción abrupta de los esteroides después de un uso prolongado.  

La enfermedad de Addison se considera “atípica” cuando sólo se ve afectada la hormona cortisol, pero no la aldosterona, lo que significa que los electrolitos de sodio y potasio del perro no se ven afectados.   

Hay tres tipos de enfermedad de Addison: primaria, secundaria y atípica. La enfermedad de Addison primaria y atípica suele ser el resultado de un daño a las glándulas mediado por el sistema inmunológico.

El hipoadrenocorticismo secundario es la incapacidad de la hipófisis para estimular las glándulas suprarrenales con la hormona adrenocorticotrópica (ACTH). Con mayor frecuencia es el resultado de una terapia con corticosteroides a largo plazo (es decir, prednisona) y también puede ser causada por tumores, traumatismos o deformidades de la hipófisis.

La enfermedad de Addison se conoce como “la gran impostora” porque sus signos clínicos pueden imitar los de muchas otras enfermedades.  

Los signos pueden aumentar o disminuir, o ser vagos y no específicos, y pueden incluir cualquiera de los siguientes:  

  • Letargo 
  • Pérdida de apetito 
  • Vómitos 
  • Diarrea 
  • Pérdida de peso  
  • Aumento de la sed y la micción. 
  • Temblor 
  • Debilidad 
  • Deshidración  

La enfermedad de Addison también puede presentarse como una emergencia médica aguda llamada crisis addisoniana. Una crisis addisoniana puede manifestarse como debilidad repentina, vómitos intensos, diarrea y, a veces, colapso. Si su perro muestra alguno de estos síntomas, necesita atención veterinaria inmediata.  

La enfermedad de Addison se confirma con un análisis de sangre llamado estimulación con ACTH. La ACTH es una hormona que ordena a la glándula suprarrenal que produzca cortisol. La prueba evalúa la respuesta de la glándula suprarrenal a una forma sintética de ACTH midiendo los niveles de cortisol antes y después de la inyección. 

Ocasionalmente, se pueden realizar pruebas como radiografías o ecografías abdominales para descartar otras causas de enfermedad.  

Las formas típicas de la enfermedad de Addison requieren suplementos de cortisol y aldosterona durante toda la vida.  

El cortisol se complementa con esteroides orales diarios, como la prednisona. La aldosterona se complementa con una inyección, como Percorten o Zycortal, aproximadamente una vez al mes. Alternativamente, se puede utilizar un medicamento oral llamado Florinef para reemplazar tanto la aldosterona como el cortisol.  

El tratamiento durante una crisis addisoniana aguda puede incluir líquidos intravenosos y otros medicamentos intravenosos como glucosa, medicamentos para proteger el tracto gastrointestinal y glucocorticoides después de realizar pruebas de diagnóstico. 

No existe cura para la enfermedad de Addison y la calidad de vida del perro depende del tratamiento de por vida.  

Con un tratamiento y seguimiento adecuados, muchos perros tendrán un pronóstico excelente y seguirán llevando una vida normal. De lo contrario, sin tratamiento, la enfermedad de Addison puede llegar a ser mortal o provocar una emergencia médica grave.