Este tipo de influenza, que afecta especialmente a las aves de corral, supone un gran riesgo para el quinto país productor de gallina y huevo. Su mayor peligro es que empiece a adaptarse a cada vez más especies, como ya lo está haciendo en otras partes del mundo. Los investigadores advierten que si el agente infeccioso consigue adaptarse a humanos la crisis sanitaria sería mayor que la provocada por la covid-19.
Después de sufrir la pérdida de más 5,5 millones de aves, México parece haber conseguido frenar el brote de la Influenza Aviar de Alta Patogenicidad AH5N1, responsable de haber provocado una epidemia histórica en Europa.
Con México ya son 10 los países del continente americano a donde ha llegado este patógeno que ya ha provocado una grave epidemia en otros puntos del mundo. “Los primeros casos en la región se dieron en Estados Unidos en el 2014, pero en los últimos meses se ha expandido a muchos países latinoamericanos por la migración de aves”, explica José Campillo, virólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Hace unos días, investigadores españoles advertían sobre un brote de la influenza aviar altamente patógena detectado el pasado otoño en estos animales de cría intensiva en Europa, después de que en una granja gallega empezaran a morir visones con síntomas de neumonía hemorrágica. “Y vamos viendo cada vez más casos de saltos del virus desde aves a humanos, aunque el riesgo sigue siendo bajo”, agrega Pérez.
Como explica el veterinario zootecnista de la UNAM, Rafael Ojeda, especialista en ecología de enfermedades: “Para que una persona llegue a contagiarse debe haber un contacto estrecho con el ejemplar enfermo o muerto”. Así se dieron todos los casos que se han dado hasta ahora en humanos. El último, una niña de nueve años en Ecuador.
Granjas aviares intensivas: caldo de cultivo para el virus
Patos que llegaron del norte del continente habrían sido los responsables de expandir el virus hasta las tantas granjas comerciales mexicanas que tuvieron que sacrificar millones de aves, “provocando enormes pérdidas económicas, encareciendo el producto y repercutiendo en el bolsillo de la población. México es el quinto país productor de huevo y gallina a escala mundial. Al tratarse de un país de bajos ingresos, son sus principales fuentes de proteína, un factor detrás de sus intensos sistemas productivos”, advierte el veterinario.
“La avicultura intensiva es un factor de riesgo para la emergencia y persistencia de virus como el H5N1. Granjas con enormes densidades de aves son un caldo de cultivo perfecto para la transformación de un virus de baja patogenicidad —de los cientos que circulan en aves silvestres— en uno de alta”, concuerda la viróloga española.
Una vez que un virus altamente patógeno consigue colarse en una granja comienza a producir tasas altísimas de mortalidad. “Lo que obliga a tomar medidas de control y prevención radicales que suelen conllevar el sacrificio de todos los animales de la explotación”, agrega Pérez.
Por eso, en cuanto se notificó el primer caso, las autoridades mexicanas del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) pusieron en marcha los protocolos para frenar los brotes. Las medidas de cuarentena incluyeron la prohibición de la movilización de productos que no contasen con el permiso de la autoridad sanitaria federal y la inmunización masiva de los animales. La región de Los Altos de Jalisco, la zona avícola más importante del país, fue la primera en iniciar la vacunación de aves de traspatio para prevenir la influenza aviar AH5N1.
México, que cuenta con distintas vacunas nacionales que comercializa en el extranjero, “dejó de exportar los biológicos fuera para asegurarse la distribución a escala nacional. Pero, el problema es que al elaborarse con los virus que circulaban en temporadas pasadas, las vacunas dejan de ser eficientes muy pronto”, explica Ojeda.
“La vacunación es algo muy complejo en el caso de la gripe aviar, hay aún muchas limitaciones para su uso. Como ocurre con la gripe humana, una vacuna puede ser efectiva frente a un subtipo concreto pero totalmente ineficaz frente a otro que circule al año siguiente. Además, existen ciertas reticencias porque las vacunas pueden facilitar que el virus circule en una explotación de manera silenciosa y se acabe favoreciendo la propagación”, destaca Pérez.
“Para los coronavirus es más fácil reformular la inmunización porque su evolución es lenta. En cambio, la tasa de mutación de la influenza es altísima. Por eso hay que vacunarse cada año”, matiza Campillo.
La alta capacidad de mutación de los virus de la influenza
Precisamente esta capacidad de los virus de la influenza para modificarse y generar distintos linajes es una de las mayores preocupaciones de los científicos. “Estos patógenos son increíbles, mutan muy rápido, y cuantos más ejemplares infectan, más probabilidad tienen de adaptarse mejor a distintas regiones del mundo, que es lo que está actualmente pasando”, expone Ojeda.
Hasta la aparición de la cepa altamente patógena H5N1 en Guandong, en China, a finales de los noventa, los expertos creían que la gripe aviar apenas afectaba a las aves domésticas. “Entonces se empezó a observar que el virus era capaz de enfermar y causar la muerte de diversas especies silvestres, sobre todo las relacionadas con ambientes acuáticos, que es donde más persiste”, explica Pérez.
“Después se vio que se podían recombinar con aquellos que afectan a especies distintas, como ocurrió en México en el 2009 con la cepa H1N1, que resultó de una recombinación triple mutante de origen aviar, porcino y humano”, matiza el veterinario, exponiendo el mayor miedo de los epidemiólogos: que la cepa actual de AH5N1 se reformule con algún tipo de influenza humana. “Si esto pasa, el nuevo virus podría infectar directamente a los humanos. Y, teniendo en cuenta su carácter virulento, podría provocar una catástrofe”, advierte Campillo.
De momento, la cepa actual de Influenza Aviar de Alta Patogenicidad AH5N1 no tiene capacidad para infectar directamente y transmitirse entre seres humanos. “Así que el riesgo es muy bajo para la población general y medio para aquellos que tienen contacto continuado con aves.
Calculando la cantidad de aves a las que ha afectado en los últimos meses, son muy pocos casos en personas. No obstante, este virus nos obliga a no bajar la guardia y a realizar una vigilancia muy intensa tanto en aves domésticas como silvestres”, señala Pérez.